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jueves, 20 de noviembre de 2014

La política y las mentiras



¿Cómo sabemos si nuestras autoridades están siendo sinceras con el pueblo? ¿Cómo sabemos que lo que estamos viviendo no es una farsa? ¿Realmente queremos conocer todo aquello que sucede?
El mentir en política no es un tema fácil de tratar, siempre existirán diferentes puntos de vista; algunos creerán que un político no debe de mentir en ninguna situación, sin excepción alguna, que en su veracidad se basa la confianza del pueblo. Otros, como es mi caso, creerán que, dependiendo de las circunstancias que se presenten, el político deberá mentir o no, siempre buscando el bienestar de la ciudadanía.
Es preferible que el pueblo sepa cuáles son las intenciones de las autoridades, qué es lo que pretende hacer con su poder, y, de esta manera, conocer la repercusión que dichas decisiones podrían ocasionar.
Pero... ¿Y si dicho político no quiere comunicar la verdad en su totalidad? En cierto modo nos estarían mintiendo, pero también hay que tener en cuenta que un político, así como cualquier otra persona, tiene derecho a salvaguardar su intimidad, y es por esto que siempre será suya la decisión de mentir o no, de revelarnos toda la información o únicamente una parte de ella.
Cualquier persona, alguna vez en su vida, ha mentido; quizás para lograr algo, para no sufrir alguna consecuencia, o quizás para enmendar un error. Existen muchas razones por las que se miente, pero independientemente de éstas, si todos hemos mentido, ¿por qué un político no podría hacerlo? ¿Acaso nosotros tenemos derecho y los políticos no? Es verdad que en sus manos puede estar la vida de muchas personas, que no es igual una mentira que afecta a unos cuantos que aquella que perjudica a todo un pueblo. Pero el problema no es la mentira en sí, es el hecho de mentir, de tratar de engañar, hacer creer que se vive en una realidad diferente. 
Mentir... ¿Qué es mentir? Mentir es decir aquello contrario a lo que sabemos. Mentimos cuando sabemos que lo que decimos es incorrecto. Una mentira, al ser descubierta, es dañina, no sólo para aquel que la dice, sino también para aquel que la padece, puesto que se elimina la confianza entre los individuos y, con ello, se deteriora la convivencia.
Cuando un pueblo conoce la verdad puede sentirse libre. Pongamos un ejemplo: Si una nación se encuentra en amenaza de guerra, sus autoridades preferirán no decir la verdad en su totalidad, simplemente advertirles, porque si se da a conocer toda la situación real las personas huirían por temor. En este caso, si las personas conocieran qué es lo que sucede exactamente, tomarían la decisión de quedarse en el país o salir de éste, tendrían libertad.
Según Maquiavelo, en ocasiones el fin justifica los medios, no importa la manera en la que se obtenga algo, lo importante es llegar a alcanzar el objetivo perseguido. Un político puede mentir para lograr ganar las elecciones, mediante propuestas falsas y promesas que no se cumplirán. También puede mentir para no perder su cargo. Pero si las cosas se obtienen de esta manera... ¿Dónde queda esa satisfacción de trabajar arduamente por aquello que se desea?
La mentira desempeña un papel muy importante en la política, la autoridad, con sutileza, enmascara las falacias con el fin de que luzcan como verdades. También, la verdad se oculta mediante el silencio, callando aquella información que pertenece al pueblo. Si algo no se menciona, nadie sospecha de ello.
En conclusión, no me decanto por una opción clara a la hora de decidir si el mentir en política es ético no, puesto que considero que todo depende de la situación. Habrá ocasiones en las que el político podrá mentir, otras claramente en las que no. Por un lado, es injusto que aquella persona en la que le hemos depositado toda nuestra confianza, brindándole nuestro voto, nos trate de convencer por medio de mentiras. Pero, por otro lado, el político tiene que dar a conocer la información de una forma cautelosa, debido a que cualquier información dirigida al pueblo se difunde rápidamente por los medios de comunicación. 
En suma, considero que el político debe dar a conocer la mayor parte de información, independientemente de si esta es buena o mala, pero también se debe respetar que un gobernante haya mentido si lo ha hecho con la intención de favorecer al pueblo.
Noemi Nazco González (1ºBAC HUA)

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