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miércoles, 3 de febrero de 2016

La muerte, el duelo y el sentido de la existencia humana


Foto: Nicole M. Radzion Castro (1º BAC HCSO)
La muerte es algo que ha aterrado al ser humano desde que éste tiene conciencia de sí mismo. Todos sabemos que llega un punto final, en el que todo organismo tiene su muerte. Ha sido estudio de la metafísica durante bastantes siglos, pero no se ha podido llegar a una conclusión debido a que la muerte no es ''experimental'', sabemos que está presente, pero no podemos saber cuándo nos va a llegar. Cuando nos paramos a pensar en ello, siempre pensamos en negativo, en dolor debido a la pena que sentimos por la muerte de familiares cercanos y eso nos asusta, nos asusta tener la intriga de no saber qué será de nosotros tras la muerte. De alguna manera, la muerte es a la vida lo mismo que la sombra le es al cuerpo que la proyecta. La muerte sigue a la vida como tu sombra te sigue allá donde vayas. Sin embargo, no es algo que sentimos de forma continua, sino que nos asalta cada vez con más frecuencia cuanto más cerca la sentimos, bien porque nuestra vida avanza y cada vez notamos más próximo su final, o bien cuando asistes a la muerte de alguien cercano. Es entonces cuando reaparece la certeza de nuestra propia mortalidad, nos invaden las sensaciones de miedo, rechazo e impotencia, y al mismo tiempo, el deseo de aprovechar y disfrutar al máximo cada momento la vida. Todos estos planteamientos nos llevan a una pregunta de gran importancia para el ser humano: ¿Habrá algo más allá de la muerte o ya no seré nada cuando muera?

En mi opinión, la muerte es algo definitivo, es decir, no hay nada más allá de ella, no hay una segunda dimensión ni tampoco una reencarnación. El hombre no está satisfecho con la idea de que algo de su existencia escape a su control. Necesita dominar cuanto la rodea para seguir considerándose el ser vivo que impera en el universo aun cuando el propio universo es algo muy desconocido para el ser humano. Por ello, la muerte, su muerte, parece un gran enigma que no logra descifrar debido a la ausencia de experiencias y conocimiento de este fatal desenlace al que el ser humano está condenado irreversiblemente. A lo largo de la historia, el ser humano se ha valido de varios argumentos para intentar esclarecer la incertidumbre, especialmente, a través de la filosofía y de las creencias religiosas que han desarrollado una serie de teorías que tratan de proporcionarle una mayor sensación de permanencia. Esta variedad de conclusiones a las que ha llegado el ser humano se deben básicamente a que la concepción de la realidad humana no es la misma para todos. Según la teoría monista, el ser humano está constituido únicamente por su dimensión material, el cuerpo. Por tanto, rechaza el hecho de que haya la posibilidad de la existencia de una segunda dimensión humana. Según esta teoría, teniendo en cuenta que nuestra única dimensión es la material y que la muerte significa el fin de la existencia terrenal del ser humano, esta postura propone que la muerte significa el fin de la existencia humana y que nada hay después de la misma. Por otra parte, está científicamente demostrado que una vez los órganos del ser humano dejan de funcionar, el resto del cuerpo también lo hace, por tanto, según la ciencia, no hay nada más allá de la muerte. Sin embargo, existen otras teorías cuya concepción de la existencia humana divide la misma en dimensión material (cuerpo) y espiritual (alma), las cuáles fueron defendidas por grandes pensadores como Platón, Aristóteles y Descartes, así como por las grandes religiones (Cristianismo, Judaísmo e Islam). Éstas teorías dualistas tienen una gran ''desventaja'' por así decirlo, es decir, mientras que las suposiciones de la teoría monista están defendidas por la ciencia, en estas teorías no tenemos ningún tipo de dato o estudio que nos dé algún tipo de prueba de que lo que se dice tiene algún tipo de certeza. Simplemente, son creencias religiosas o filosóficas a las cuales el ser humano se adhiere para así sentirse más relajado y reconfortado y afrontar la muerte con el ánimo y la esperanza de que al otro lado de ella exista la posibilidad de una segunda vida o una reencarnación y ofrece a aquellos que la toman por verdadera un sosiego espiritual que no podrían adquirir de ningún otro modo.

Para concluir, creo que quizás la respuesta a nuestros problemas no esté en buscar ideas que nos alivien y nos hagan pensar que no existe la muerte total, sino en aceptar que somos seres vivos y, como tales, somos mortales, lo cual tenemos que llevar de la mejor manera posible y disfrutar de la vida, que es lo único de lo cual somos conscientes.

Diego Ramos Barreto
1º Bachillerato HCSO

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