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miércoles, 3 de febrero de 2016

El temor a la muerte


La muerte es algo que siempre ha producido incertidumbre y temor al ser humano pues es un enigma que no conseguimos descifrar debido a la inexistencia de conocimientos y experiencias contadas por otras personas. Sin embargo, ese temor no está presente de forma continua sino que surge en la mayoría de los casos, cuando experimentamos la muerte de algún ser querido o nuestra edad va avanzando.
Lógicamente también hay personas a las que la muerte no les supone ningún tipo de temor y puede reflexionar sobre el tema sin problema ni preocupación alguna. En los casos contrarios, me encontraría yo personalmente, pues, a lo largo de mi vida, la muerte ha estado presente en mi vida cada día obligándome a reflexionar muy profundamente sobre ella durante muchos años. Así pues, me gustaría hablar de ella desde mi propio punto de vista.
Fotografía: Alberto Pérez (1º BAC HCSO)
Cuando el miedo del que anteriormente hablábamos nos invade, nos suele surgir varios tipos de preguntas tales como ¿Cuándo llegará el día de mi muerte? ¿Habrá algo más allá? ¿Me reencarnaré? Y todas ellas sin ninguna respuesta verdaderamente cierta y comprobada. Es aquí cuando el miedo a pasar toda la eternidad muerta te invade y notas como la soledad eterna te espera impaciente. Entonces, te vuelves a plantear, ¿tiene sentido esta vida? ¿Para qué nacemos si estamos condenados a morir?
En mi caso, el común miedo a la muerte pasó a convertirse en puro terror llegando a pasar la infancia y adolescencia aterrorizada por el hecho de saber que algún día mi muerte llegaría. No encontraba una razón por la cual estábamos cada una de nosotros en este mundo y mi personalidad se trasformó por completo. Se podría decir que, por miedo a morir, había muerto por dentro.
Mis únicas creencias se basan en la teoría monista, la cual dice que el ser humano está constituido únicamente por su dimensión material, “el cuerpo”, rechazando de este modo la posibilidad de una segunda dimensión humana más etérea, que ha sido conocida por varios hombres, siendo los más usuales “el alma” y “la mente”. Por lo tanto, teniendo en cuenta que la muerte significa el fin de la existencia terrenal del ser humano, debemos suponer que esta propone que la muerte significa el fin de la existencia humana y que nada hay después de la misma. Simplemente nacemos para reproducirnos y morir, para poder seguir evolucionando el tiempo que al planeta le queda y poder dar paso a que otras personas puedan experimentar lo que es el estar vivo y contemplar las maravillas que la naturaleza ha conseguido crear por sí sola desde un pequeño átomo hasta el inmenso universo que nos rodea y aún nos queda por descubrir. Sentir el miedo, la alegría, la tristeza, el placer, el amor, escalar montañas hasta quedarse sin aliento, atravesar ríos, contemplar la mirada de un animal salvaje que podría matarte en menos de un minuto y a la vez te muestra sus respetos, sentir como dentro de ti has creado un milagro, el milagro de dar vida a una criatura que tendrá la oportunidad de vivir. Son estas las cosas por las que merece la pena haber nacido y lo único que ha hecho posible que ese temor a la muerte desaparezca.
El miedo a la muerte es algo que no debería amargar a nadie pues se podría pasar toda la vida preocupado por ella y lo que vendrá después pero, ¿No sería mejor buscarle el sentido a la vida cuanto antes para que, de esta manera, cuando llegue nuestro final sea cuando podamos decirnos a nosotros mismos que hemos tenido una vida plena y satisfactoria?
Recuerda siempre que, teniendo miedo a la muerte, no vivirás la vida.

Shaila Pérez Remedios
1º Bachillerato HCSO

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