No ha sido fácil para mí mostrar al mundo
una de mis auténticas sonrisas, desde aquel día tan triste que nunca olvidaré,
ese día en que lo mejor y más puro de mí se marchó para jamás volver, dejándome
solo, rodeado de otras personas que no me inspiran confianza. Sentí mucha
frustración al darme cuenta esa mañana de que yo no podía hacer nada ante la
pérdida del escudo más poderoso jamás conocido, la inocencia, que me libró de
innumerables decepciones, obligándome a quedarme con únicamente lo bueno.
Recuerdo que desde muy temprana edad he
querido viajar y explorarlo todo, sabiendo siempre que no habría rincón, por
muy estrecho que fuera, digno de ser considerado para mí inalcanzable. Como el
protagonista de mis historias favoritas, que se aventuraba en la más peligrosa
travesía, mi misión sería sobrevolar cualquier cordillera, atravesar los
poderosos e intimidantes desiertos, hasta conseguir que el poder infinito del
mar sucumbiera de rodillas ante mis hazañas.
La magia que por la noche te convence para
desear, ante todo, nunca parar de soñar, se esfumará lentamente si permites que
la realidad te sumerja en lo ya creado, por quienes fueron un espíritu libre de
fronteras como tú. Ellos no contaron con la ayuda de la pasión por la diversión
que, escondida, juega con nosotros hasta que nos aburrimos de ella y preferimos
envejecer.
Si te asusta el paso del tiempo, confía en
las palabras de quienes te animan a no ralentizar el ritmo de tu avance. Todos
hemos deseado convertirnos en personajes cuyo valor aterrorizara a la mayor
bestia imbatible, pero la mayoría pasa por alto que para ser valiente hay que
sentir miedo. Lo importante no es que ya no contemos con ese velo, que filtra
toda maldad y transforma el dolor en olvido, sino que, aceptando nuestra condición
de guerreros, plantemos cara a las adversidades que dificultan la aparición de
una sonrisa. Es nuestro deber proteger la bondad que siempre ha residido en
nuestro noble corazón; para conseguirlo hemos de aceptar que nadie dijo que
fuera fácil. Ese es el primer paso por el cual se alcanza la cima de la
montaña. No olvidemos lo fuerte que es el ansia de conquista que guía la marcha
de un explorador; no olvidemos tampoco que una parte del mundo aún espera que
la descubras.
Kevin Shaquille Castellano
2º BAC CTA
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