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jueves, 9 de mayo de 2013

El explorador olvidado



   No ha sido fácil para mí mostrar al mundo una de mis auténticas sonrisas, desde aquel día tan triste que nunca olvidaré, ese día en que lo mejor y más puro de mí se marchó para jamás volver, dejándome solo, rodeado de otras personas que no me inspiran confianza. Sentí mucha frustración al darme cuenta esa mañana de que yo no podía hacer nada ante la pérdida del escudo más poderoso jamás conocido, la inocencia, que me libró de innumerables decepciones, obligándome a quedarme con únicamente lo bueno.
   Recuerdo que desde muy temprana edad he querido viajar y explorarlo todo, sabiendo siempre que no habría rincón, por muy estrecho que fuera, digno de ser considerado para mí inalcanzable. Como el protagonista de mis historias favoritas, que se aventuraba en la más peligrosa travesía, mi misión sería sobrevolar cualquier cordillera, atravesar los poderosos e intimidantes desiertos, hasta conseguir que el poder infinito del mar sucumbiera de rodillas ante mis hazañas.
   La magia que por la noche te convence para desear, ante todo, nunca parar de soñar, se esfumará lentamente si permites que la realidad te sumerja en lo ya creado, por quienes fueron un espíritu libre de fronteras como tú. Ellos no contaron con la ayuda de la pasión por la diversión que, escondida, juega con nosotros hasta que nos aburrimos de ella y preferimos envejecer.
   Si te asusta el paso del tiempo, confía en las palabras de quienes te animan a no ralentizar el ritmo de tu avance. Todos hemos deseado convertirnos en personajes cuyo valor aterrorizara a la mayor bestia imbatible, pero la mayoría pasa por alto que para ser valiente hay que sentir miedo. Lo importante no es que ya no contemos con ese velo, que filtra toda maldad y transforma el dolor en olvido, sino que, aceptando nuestra condición de guerreros, plantemos cara a las adversidades que dificultan la aparición de una sonrisa. Es nuestro deber proteger la bondad que siempre ha residido en nuestro noble corazón; para conseguirlo hemos de aceptar que nadie dijo que fuera fácil. Ese es el primer paso por el cual se alcanza la cima de la montaña. No olvidemos lo fuerte que es el ansia de conquista que guía la marcha de un explorador; no olvidemos tampoco que una parte del mundo aún espera que la descubras.

Kevin Shaquille Castellano
2º BAC CTA

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