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jueves, 24 de octubre de 2013

El chico de las muletas



Había una vez un país donde todos, durante muchos años, se habían acostumbrado a usar muletas para andar. Desde su más tierna infancia, todos los niños eran enseñados debidamente a usar sus muletas para no caerse, a cuidarlas, a reforzarlas conforme iban creciendo, a barnizarlas para que el barro y la lluvia no las estropeasen... Pero un buen día, un sujeto inconformista empezó a pensar si sería posible prescindir de este instrumento. En cuanto expuso la idea, los ancianos del lugar, sus padres y maestros, sus amigos, todos le llamaron loco: <<Pero, ¿a quién habrá salido este muchacho? ¿No ves que, sin muletas, te caerás irremediablemente? ¿Cómo se te puede ocurrir semejante estupidez?>>.

Pero nuestro hombre seguía planteándose la cuestión. Se le acercó un anciano y le dijo: <<¡Cómo puedes ir en contra de toda nuestra tradición! Durante años y años, todos hemos andado perfectamente con esta ayuda. Te sientes más seguro y tienes que hacer menos esfuerzo con las piernas: es un gran invento. Además, ¿cómo vas a despreciar nuestras bibliotecas donde se concreta todo el saber de nuestros mayores sobre la construcción, uso y mantenimiento de la muleta? ¿Cómo vas a ignorar nuestros museos donde se admiran ejemplares egregios, usados por nuestros próceres, nuestros sabios y mentores?>>.
Se le acercó después su padre y le dijo: <<Mira niño, me están cansando tus originales excentricidades. Estás creando problemas en la familia. Si tu bisabuelo, tu abuelo y tu padre han usado muletas, tú tienes que usarlas, porque eso es lo correcto>>. 
Pero nuestro hombre seguía dándole vueltas a la idea, hasta que un día se decidió a ponerla en práctica. Al principio, como le habían advertido, se cayó repetidamente. Los músculos de sus piernas estaban atrofiados.  
Pero, poco a poco, fue adquiriendo seguridad y, a los pocos días, corría por los caminos, saltaba las cercas de los sembrados y montaba a caballo por las praderas. Nuestro hombre del cuento había llegado a ser él mismo.
Cuento indio. Adaptación

1 comentario:

  1. Ken Aguilar 4º D
    Desde mi punto de vista creo que el cuento enseña a no rendirse nunca.

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